Cada uno carga con una cruz en algún momento de la vida, siendo esta más liviana o más pesada dependiendo de las circunstancias. Su peso es acorde al propósito de vida que se tenga, es intangible y muchas veces imperceptible ante los demás, es algo más íntimo. Sin propósito y sin rumbo esa cruz es un obstáculo, pero para alguien con propósito representa una realidad que brinda lecciones de crecimiento. Cuando la carga se vuelve muy pesada aplasta, limita avanzar, produce desesperanza y provoca agobio e incluso amargura. Sin embargo, la lucha y el sufrimiento son una herramienta de transformación.